El NO es tan válido como el SI

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Reportajes y Notas

«El NO es tan válido como el SI» es el título de la columna publicada el domingo 2 de marzo en el Diario LA NACIÓN que transcribimos a continuación. La nota fue realizada a pedido de una investigación sobre las dificultades que tienen los padres para establecer límites a sus hijos.

Por Inés Moreno para La Nación

Ser padres es mucho más que el hecho biológico de traer a este mundo una nueva personita. Implica la responsabilidad de educar a los hijos, además de asumir otros aspectos no menores, vinculados con el sustento, la alimentación, la vivienda, entre otras necesidades básicas y fundamentales. Nadie nos enseña a ser padres, entre ensayos y errores vamos construyendo el rol. En ese proceso de construcción no siempre existe claridad respecto de los límites y más particularmente del papel del SI o del NO en las respuestas que otorgamos a nuestros hijos en sus diferentes estadios de crecimiento. Para poder asumir la responsabilidad, esto es: «dar respuestas», hay que comprender que decir “NO” es tan válido como decir “SI». En definitiva, dos caras de una misma moneda. «Si, podés ir a bailar» o «No vas a bailar». Las diferencias que se expresan en una y otra frase son las que dificultan, en ocasiones, la asunción del rol. La primera no ofrece resistencias y por tanto no genera «mayores» dificultades en la relación vincular inmediata, aunque luego tengamos que sufrir otras desventuras; la segunda requiere la fundamentación de la decisión, el sostenimiento ante las múltiples preguntas, comparaciones y cuestionamientos de nuestros hijos. Requiere dejar de lado nuestro cansancio o comodidad, o algunas de nuestras tareas para dedicarle un tiempo y esfuerzo especial para la respuesta. Fundamentalmente, requiere, asumir en plenitud el rol adulto. La imposibilidad de fundamentar o sostener la decisión tiene que ver con aquello que nos ocurre como personas. Somos nosotros, como adultos, los que no tenemos las reglas del juego tan claras e intentamos minimizar problemáticas que luego se nos complejizan. En más de una conferencia para padres he recibido el comentario: «yo soy amigo de mi hijo y eso me basta». Tomemos conciencia que nuestros hijos pueden tener muchos amigos, pero ninguno de ellos va a reemplazarnos en la tarea de padres. Cuando los padres no pueden decir “no” a sus hijos, suelen depositar esa responsabilidad en el colegio. “Dígale usted que eso no se puede llevar a la escuela porque a mi no me hace caso”es una frase que se escucha reiteradamente en diálogos de padres con docentes. Delegar esta responsabilidad en los docentes o en la institución escolar es habilitar un espacio de no retorno en la construcción del vínculo entre padres e hijos. Desde el punto de vista educativo, precisamente el límite es el que marca la libertad. Un niño necesita de los perímetros para saber cuál es la superficie por la que puede transitar. La libertad se conquista paso a paso, a medida que la persona crece. El “no” forma parte de ese aprendizaje. Para poder saber cuándo se puede y cuándo “no”, es requisito que los adultos tengan presente la escala de valores que rige en cada hogar. Tener claro que asumir la autoridad como padre no significa caer en el autoritarismo. Es en las «conversaciones» que se entablan desde los primeros años de vida. donde nos vamos conociendo en el pensar y sentir, trasmitimos una escala de valores, aquello que se puede y lo que no se puede. Es en ese «durante» en el que educamos a nuestros hijos y también nos vamos modelando y construyendo como padres en cada acción y en cada palabra. Cuánto disfrute y plenitud existe en aquellos padres que podemos compartir con nuestros hijos, ya jóvenes o adultos, diversas conversaciones sin sentirnos extraños. Esto no se logra por arte de magia, se construye con dedicación y amor.